miércoles, marzo 30, 2005

Instantes en Asturias

Me voy unos días a una casa azul, perdida en algún punto de Asturias. Haga lo que haga, procuraré tener en mente estos versos atribuidos, al parecer erróneamente, a Borges (Google, que hoy se pinta de Van Gogh, tiene bastantes más hipótesis que yo sobre eso). Acabé bastante cansada de las machaconas cadenas de e-mails y todas las lecturas posibles del carpe diem, pero este poema me gusta, tal vez porque yo siempre voy sin paraguas.

Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima, trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico, correría mas riesgos.
Haría más viajes, contemplaría mas atardeceres,
subiría más montañas, nadaría mas ríos.
Iría a más lugares donde nunca he ido,
comería más helados y menos habas.
Tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida.
Claro que tuve momentos de alegría, pero si pudiese volver atrás,
trataría de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, solo de momentos.
No te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iba a ninguna parte, sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas.
Si pudiese volver a vivir, viajaría mas liviano.
Si pudiera volver a vivir, comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguirá así hasta concluir el otoño.
Daría mas vueltas en calesita, contemplaría mas amaneceres y jugaría con más niños.
Si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.


martes, marzo 29, 2005

Ecuación de primer grado

Anoche estuve en Donosti, que estaba especialmente preciosa, tomando unas cervecitas con unos amigos y me sentía feliz (al margen de la euforia etílica, quiero decir). Al girar una esquina, entre bar y bar, me encontré con X (guest star en el inventario de diciembre). Estaba con su novia, me saludó y siguió caminando, mientras yo me quedaba clavada en el sitio, en una postura inequívoca de "tengamos una charla intrascendente durante un par de minutos"... No sé si sus prisas significan que no le importo en absoluto o todo lo contrario. Es muy buena persona, y me sorprendió que, más tarde, cuando llegara a casa, no me llamara o me enviara un mensaje a modo de disculpa simpática. Pero supongo que ha optado por apostar fuertemente por su relación, y que evita cualquier distracción o titubeo. Es muy típico de él, siempre honesto y pensando más en los demás que en sí mismo. Sigo creyendo que ella no le merece (tampoco yo, que quede claro); ojalá me equivoque y le haga feliz.

sábado, marzo 26, 2005

Catarsis

Ayer era mi único día libre de la semana y me fui al pueblo donde mis padres tienen una casa, a verles y a desconectar un poco del mundo. Por la tarde cogí la bici. Mi propósito era dar un pequeño paseo, recordar viejos tiempos de los que he heredado graciosas cicatrices en las rodillas. Un amigo de mi padre me dio unas indicaciones y empecé a rodar. Lo primero que descubrí es que mi bici está tan oxidada como yo: los platos no cambiaban. Lo siguiente, que mi sentido de la orientación sigue siendo nulo: me perdí. Así que cuando empezaron a dolerme las piernas tras subir unas cuantas cuestas equivocadas y empezó a llover, aparqué la bici, me tumbé sobre la hierba y recé para que apareciera alguien que me guiara. Los únicos seres humanos que me encontré fueron una veintena de adultos, unidos por una cuerda, algunos de ellos con los ojos vendados. En otro caso me hubiera divertido y hubiera especulado con la posibilidad de que conformasen una secta inofensiva pero a esas alturas ya no distinguía si lo que quería era reír o llorar. Finalmente volví al único pueblo por el que había pasado para coger la carretera por la que horas antes había llegado en coche. El regreso fue casi peor: después de la tormenta, todo se había llenado de barro. Cuando por fin llegué a casa, parecía una campeona de ciclocross.
Ayer, en medio de la tormenta, pensé mil cosas. Podía haber escrito un tratado de filosofía, haber revisado todas las teorías posibles sobre el amor o añadir un nuevo punto de vista al conflicto vasco.
Hoy sólo me duele el trasero.
(Escuchando compulsivamente: Everybody´s changing de Keane)

lunes, marzo 21, 2005

Lo que siento

Cuando abres un blog, y se lo comentas a alguna gente de tu entorno, no caes en la cuenta de que tus lectores pueden acabar condicionando lo que escribas. No tanto por el miedo al ridículo, a ser cursi, descarada o sencillamente estúpida, que lo tengo asumido e incluso superado, sino por temor a herir a alguien. Hoy, precisamente, una de esas personas a las que no me gustaría hacer daño me ha sacado el tema y me ha pedido que no deje de contar lo que quiera, porque perdería ese marco de realidad que que hace que los que me leen y también me conocen en la vida fuera de estos post, me reconozcan. Pero no puedo, no puedo destapar lo oscuro que habita en mi, no todavía, no estoy preparada para escribirlo, ni para leerlo, ni para que lo lean. Esta semana, en la que todo el mundo libra, yo trabajaré, pero la siguiente quiero escaparme unos días, con J, ojalá que sea a Asturias, y procuraré relajarme, y pensar, y a mi regreso puede que tengo las fuerzas y las certezas para nombrar lo que siento.

-¿De qué va el qué? -dije.
-La novela -contestó.
-(...) Bueno, en realidad todavía no estoy muy seguro...
-Me gusta -me interrumpió Rodney.
-¿Qué es lo que te gusta? -pregunté, atónito.
-Que aún no sepas de qué va la novela -contestó-. Si lo sabes de antemano, malo: sólo vas a decir lo que ya sabes, que es lo que sabemos todos. En cambio, si aún no sabes lo que quieres decir pero estás tan loco o tan desesperado o tienes el coraje suficiente para seguir escribiendo, a lo mejor acabas diciendo algo que ni siquiera tú sabías que sabías y que sólo tú puedes llegar a saber, y eso a lo mejor tiene algún interés. (...) Lo que quiero decir es que quien siempre sabe adónde va nunca llega a ninguna parte, y que sólo se sabe lo que se quiere decir cuando ya se ha dicho.


(Javier Cercas. La velocidad de la luz)

miércoles, marzo 16, 2005

Mi puerto



El mejor blog de pistas que conozco está aquí, y porque es una página que rastrea en serio, nunca incluiría en su mapa virtual un lugar como del que yo quiero hablaros. Es el mejor paisaje de mundo y se ve, exactamente, desde la ventana de la habitación de mis padres. Se trata de un puerto industrial, acunado entre montes. Por las noches las grúas pierden protagonismo frente a los guiños de la luz en el agua. No creo que nadie más que yo lo vea bonito. No es especial, ni ninguna de sus torres lleva la firma de un arquitecto mediático. Pero para mí sabe a brisa de verano, a hogar, a calma, a reflexiones que no me llevan a ninguna parte, que son las que más me gustan. Ahora hay proyectos para transformarlo, tal vez reserven una parte para un puerto deportivo. Yo sueño con que construyan un pequeño embarcadero, y comprarme un bote, y remar siempre que salga el sol, y pintarlo de vez en cuando, y asomarme a la ventana de mis padres y saber que puedo huir cuando quiera, incluso aunque tenga tan cerca el mejor paisaje del mundo.

lunes, marzo 14, 2005

Lunes

Nada más dejar la oficina, mi jefe me ha llamado para darme más trabajo; he visto a mi ex, que por una de esas piruetas vitales (mi vida tiene apego por Woody Allen) es también uno de mis jefes, y llevaba unas gafas azules de sol con las que tiene pinta de cretino; he llegado a casa y me he golpeado en la cabeza con la esquina de un armario; he echado vinagre en vez de aceite en la sartén, y de fondo se escuchaba el soniquete desquiciante de "Aquí hay tomate"... así que he bajado las escaleras para volver a trabajar totalmente resignada, hasta que he escuchado de uno de los pisos...

Tell me why?
I don't like Mondays.
Tell me why?
I don't like Mondays.
Tell me why?
I don't like Mondays.
I want to shoot
The whole day down.

Así que me he sonreído, y he recordado que ha confesado que tampoco le gustan sus gafas, y he descubierto que ha vuelto Pole, y el director ha venido a felicitarnos por el trabajo del viernes,... y, bueno, he pensado que este lunes tiene posibilidades. Y a la noche me espera el libro de Javier Cercas que me ha regalado este fin de semana... pero esa es otra historia, porque "La velocidad de la luz" se merece un (otro) post entero...

jueves, marzo 10, 2005

Sopa de letras

Siempre me han preocupado bastante más las mentiras inconscientes que las intencionadas, aunque las últimas sean más reprochables. Pero las inconscientes nacen de asumir el mundo, tal y como es, con sus necias imposiciones, y utilizar el lenguaje heredado, ajeno y falso. No consigo despegarme de ese idioma extraño en el que nos comunicamos, que da la espalda al lenguaje de la realidad. A veces lucho, quiero escarbar, quitarle todas las capas de convencionalismo, de ignorancia, a mis palabras, ser consciente de los filtros que prostituyen lo que digo, aunque sea levemente. Creo que si pudiera, si pudiera lograr que lo que digo fuera transparente, si encontrase las letras para expresarme con precisión espontánea, tal vez, sólo tal vez lo cambiara todo. Si deconstruyese todas mis frases, y las encajara de una forma nueva, sólo mía, sin copyright de otros, sin dejarme llevar por la costumbre, si no dejase que ningún adjetivo acompañase por inercia a un sustantivo, si modificara cada pequeña partícula lingüística para hacerla mía... Si hiciera todo eso, sería más sencillo acercarse a la verdad o, al menos, a cierta lucidez. Pero no puedo, y por eso recurro a otros, que sí son capaces, como Sandor Marai en "El último encuentro".

Uno acepta el mundo, poco a poco, y muere. Comprende la maravilla y la razón de las acciones humanas. El lenguaje simbólico del inconsciente... porque las personas se comunican por símbolos, ¿te has dado cuenta?, como si hablaran un idioma extraño, chino o algo así, cuando hablan de cosas importantes, como si hablaran un idioma que luego hay que traducir al idioma de la realidad. No saben nada de sí mismas. Sólo hablan de sus deseos, y tratan desesperada e inconscientemente de esconder, de disimular. La vida se vuelve casi interesante cuando ya has aprendido las mentiras de los demás, y empiezas a disfrutar observándolos, viendo que siempre dicen otra cosa de lo que piensan, de lo que quieren en verdad...

sábado, marzo 05, 2005

La vida secreta de las palabras


Debería estar escarmentada tras mi fallida quiniela, pero voy a volver a hablar sobre cine. Hace muchísimo tiempo que tengo ganas de dedicarle un post a Isabel Coixet. Pese a sus anuncios de compresas, me parece una tía interesante. Me fascinó "Cosas que nunca te dije", sufrí con "A los que aman", me llegó "Mi vida sin mí" y ahora espero "La vida secreta de las palabras", de título sugerente y argumento prometedor.
A la Coixet me la descubrió mi querido C. en un piso destartalado de Pamplona, hace ya unos años. Esto es lo primero que escuché de ella (es el inicio, con fundido en negro, de "Cosas que nunca te dije") y no lo he olvidado.
Puede pasar cualquier cosa ¿verdad? Cualquier cosa. Puedes amar tanto a una persona... que tan solo el miedo de perderla haga que lo jodas todo y acabes perdiéndola... Puedes despertarte al lado de alguien a quien hace algunas horas ni siquiera habías imaginado conocer y mírate ahora... Es como si alguien te regalara uno de esos puzzles con piezas de un cuadro de Magrite, de las fotos de unos caballos, o de las cataratas del Niágara... se supone que ha de encajar... pero no.