viernes, septiembre 29, 2006

Quiero creer que estoy volviendo (II)

El vínculo entre el placer y la pena es la realidad más profunda del corazón humano.

martes, septiembre 12, 2006

Rebelión

Dentro de unas horas es mi cumpleaños, el auténtico, y no ese que me atribuyen por ahí y que me adjudica, ay, 22 añitos. Cumplo 27, que es un número un poco rígido que recuerda que tu edad ya no vale como excusa para equivocarte. Con 27 te reclaman que aciertes. A mí nunca se me ha dado muy bien. Por eso hago tantos cambios, supongo, para ver si doy con la respuesta o con la pregunta correcta alguna vez. Hace un año, a estas horas, había sufrido un indoloro accidente de tráfico y acababa de decidir quedarme un año más en otra ciudad, lo que significaba muchas más cosas. Un mes después tuve que modificar esa decisión en contra de mi corazón. Sin embargo, doce meses después, es el órgano que ha salido mejor parado. Me lo recomendó I. hace mucho, pero a mi me ha costado unos añitos ponerlo en práctica: piensa con la cabeza, a la larga es lo mejor para el corazón.
De todas formas, que no se asuste nadie. No pienso abusar de esa idea de pensar con la cabeza. No va mucho conmigo. Sé que algunos tienen esperanzas depositadas en mí y piensan que por fin dejaré de ser maniaco-depresiva, que abandonaré mis toboganes por una vida más plácida, que no me gustará tanto lo bueno, que no me deprimirá tanto lo malo. Que buscaré ese equilibrio del que todo el mundo habla y al que yo no he tenido el placer de conocer jamás. Se equivocan.
Ahora que me he asomado a los dos mundos, al posible y al imposible, al difícil y al más complicado, al casi seguro y al totalmente imprevisible, sé que no voy a cambiar nunca y que si alguna vez se me ocurre traicionarme un poquito, vendré aquí a contarlo porque, como dice Carlos Fuentes, escribir es, siempre, una forma de rebelarse contra el destino.