lunes, enero 30, 2006

La insoportable necesidad de una mirada

Según Milan Kundera, todos necesitamos alguien que nos mire. De acuerdo al tipo de mirada bajo la que queremos vivir, Kundera clasifica a las personas en cuatro categorías:
La primera categoría anhela la mirada de una cantidad infinita de ojos anónimos o, dicho de otro modo, la mirada del público. La segunda categoría la forman los que necesitan para vivir la mirada de muchos ojos conocidos. Estos son los incansables organizadores de cócteles y cenas. Son más felices que las personas de la primera categoría quienes, cuando pierden a su público, tienen la sensación de que en el salón de su vida se ha apagado la luz. A casi todos ellos les sucede alguna vez. En cambio, las personas de la segunda categoría siempre consiguen alguna de esas miradas. Luego está la tercera categoría, los que necesitan la mirada de la persona amada. Su situación es igual de peligrosa que la de los de la primera categoría. Y hay también una cuarta categoría, la más preciada, la de quienes viven bajo la mirada imaginaria de personas ausentes. Son los soñadores.

viernes, enero 27, 2006

Incoveniente

Se me están acumulando las palabras, y el caos alfabético escapa a cualquier orden. Así que cualquier momento es igual de malo o de bueno para volver por aquí y seguir desordenándome. Como éste, mientras escucho a Gasset destrozar una película (acaba de decir sobre un tipo francés que hace películas para públicos poco exigentes, que su filmografía está muy sobrevalorada y que su última obra sólo la entenderán él mismo y su psiquiatra: Gasset es terrible, es genial). Si yo tuviera psiquiatra, estoy segura de que no me entendería. No entendería, especialmente, que esté construyendo una relación incoveniente a base de tartamudeos, sms deliberadamente ambiguos y penosas confesiones cibernéticas (Sí, si alguien piensa que tengo quince años, no puedo oponer ninguna duda razonable). En resumen, que me hubiera gustado escribir un post sobre Google y sus maniobras en China o sobre el harakiri de Palestina pero, ahora mismo, sólo soy una buena interlocutora para profundizar sobre el regreso de Humor Amarillo. Así están las cosas.

jueves, enero 19, 2006

Imprescindible

Sí, insisto, éste va a ser nuestro año. Y no penséis que voy a dejar de contarlo aquí. Lo que ocurre es que tengo tantas cosas que contar que me faltan las palabras. Tengo un puñado de ellas, pero no me sale ordenarlas: expectativa, deseo, naranja, miedo, paseo, gps, audacia, mensaje, cobardía, beso. Cada una contiene una historia y todas las historias son la misma.
La historia de esta noche no trae mariposas en el estómago, como cada enero. Esta noche te he prometido que te llamaré mañana, pero yo ya sé que no te llamaré y puede que tú también lo sepas. Lo que no sabes es por qué. No te llamaré porque sé que puedes sobrevivir a que no te llame, que me echarás en falta, pero que puedes ducharte, comer, trabajar, conducir, dormir, incluso soñar. Y yo también. Y si los dos podemos seguir, seguir como si esa llamada no fuera absolutamente imprescindible, entonces es que no lo es, entonces es mejor que no haya llamada. Porque sólo por algo absolutamente imprescindible soy capaz de olvidar diez palabras desordenadas, y castigar a las mariposas para devolver el nudo al estómago. Pero si los dos podemos sobrevivir a eso, a que no haya llamada, entonces, perdóname, me quedo con mi expectativa, mi deseo y mi miedo, la naranja, los mensajes, el gps, los paseos, las cobardías y las audacias, y protejo ese beso, porque entonces lo único imprescindible, a estas alturas, es el olvido.