martes, julio 26, 2005

Here my dear

Anna Gordy fue el primer amor de Marvin Gaye. Fue su mejor manager (era hermana de un jefazo de la Motown) y estuvieron juntos más de diez años. Por problemas dispares (hay versiones distintas: la infidelidad, los hijos, el éxito... probablemente un poco de cada una) se separaron y su divorcio se convirtió en una lucha despiadada. Al abogado de Marvin Gaye se le ocurrió, para saldar las cuentas, que Anna recibiera todo el dinero procedente de los derechos de autor del próximo disco que editara el cantante. Lo cuenta otra Anna, Gavalda, en su libro Juntos nada más. (Las desventuras de Camille, Frank, Philibert y Paulette me mantuvieron ayer despierta hasta las cuatro de la mañana. Hoy los echo de menos.)
La cuestión es que el juez aceptó la propuesta del abogado. La primera intención de Gaye fue grabar un disco mediocre, lo más rápidamente posible, y olvidarse del asunto. Pero, por alguna razón, no pudo, y cambió de idea. Se encerró y compuso un disco que contaba su historia, la de amor y desamor. Se volcó en unas canciones que diseccionaban su relación: la pasión, los celos, la rabia...
Habrá gente que opine que lo que puso por encima de la inexistente ganancia económica fue la vanidad artística; yo prefiero pensar que quiso espantar los últimos fantasmas de algo que una vez fue hermoso. Por cierto, a Anna Gordy no le gustó nada la idea, y hasta se planteó demandarle por invadir su intimidad, pero finalmente no lo hizo. No sé, pero me la imagino una noche cualquiera, sola, poniendo el disco y bebiéndose una copa de vino. En algún momento se sonreía.
Let´s get it on...

viernes, julio 22, 2005

Bienvenida a casa





Siempre he sido una pésima fotógrafa, pero esta vez me he superado. No sé qué botón de la cámara apreté, pero he obtenido unas imágenes superpuestas que dan miedo. Arriba, la catedral de Santiago devorada por los jardines de Valle Inclán. Sobre estas líneas, una fusión del árbol de la vida y una facultad de periodismo. Mi sombra aparece detrás de la lápida, lo que no creo que signifique nada bueno.

Al margen de los extravagantes recuerdos que voy a guardar, por una vez he cumplido mi lista completa de holyworks (como los llama Miss H): escuché, paseé, he escrito una larguísima respuesta al pobre I (ten cuidado con lo que deseas), he reflexionado sobre la nueva mudanza, que ahora es mucho más posible, me he puesto un poco morena (aceptemos tono café con leche), me he hecho adictísima al ribeiro y al albariño y atesoro más respuestas.

Claro, todo esto era hasta anoche, que vi a mi amor platónico (bueno, no tan platónico ;) de adolescencia, a mi primer novio y a X. Esquivé al primero, dije tonterías delante del segundo (me sigo poniendo taquicárdica: me cogió de la mano para saludarme y sin darme cuenta no se la solté en toda la absurda conversación) y soporté los saludos nerviosos del tercero (flashback aquí y también aquí). En fin, es lo que tiene volver a casa.

domingo, julio 10, 2005

Silencio













No es que me haya pasado diez días bebiendo vino, pero he estado más confusa de lo normal y no me salía escribir nada. Hay dos cosas que me silencian: un conflicto moral y un dolor profundo. Saquen sus propias conclusiones.
Lo que importa ahora, de todas maneras, es que mañana comienzan oficialmente mis vacaciones. Empiezan en Galicia. Voy a pasar ocho días con una amiga muy especial. Me llevo unos cuantos deberes:
- Escuchar mientras paseo y pasear mientras escucho
- Escribir una larga respuesta a la carta que I me envió ¡en noviembre!
- Reflexionar sobre una posibilidad laboral, que me obliga a hacer una nueva mudanza
- Ponerme morena
- Leer (más)
- Hacerme adicta al ribeiro y al albariño
- Acumular certezas para el futuro
Mientras, disfruten, bailen (sobre todo Nostak ;), rían y cuídense mucho.