viernes, agosto 25, 2006

Dolor

La semana pasada me dolía la espalda. Apenas aguantaba de pie, y sentada no me sentía mucho más cómoda. Fui a darme un masaje, y el dolor ha desaparecido, poco a poco. Esta semana sufro un permanente ataque de tos. Como consecuencia, padezco insomnio. Debería estar de baja, pero hay demasiado trabajo. Estoy agotada. Hoy ha vuelto el dolor de espalda. Empiezo a pensar que tiene más que ver con mi estado psicológico que con el físico, de por sí bastante desastroso (Ya debatimos en este blog, hace algo más de un año, sobre si existía o no la somatización. Creo que existe, aunque no sé exactamente qué estoy somatizando). Desde hace unas semanas no me siento a gusto en el trabajo, no confío en mí, no me creo las declaraciones de amor, me irrita gente que antes me daba igual y ni siquiera tengo ganas de huir (que suele ser mi último recurso) porque no se me ocurre adonde. Me consuela y me angustia el libro que estoy leyendo, que trata sobre un hombre que aparentemente lo tiene todo -una profesión creativa y exitosa, un matrimonio feliz, una amante platónica- y empieza a sufrir unos terribles e intermitentes dolores de rodilla. Voy por la mitad del libro y su universo ya ha empezado a resquebrajarse: su mujer le ha dejado y quieren que se cargue un personaje de una manera poco decorosa (el protagonista es guionista de una serie de la tele británica).
Mi jefe me acaba de proponer que me compre una silla japonesa, y me ha hecho una demostración de donde debería colocar los pies.
No creo que se trate de eso.

martes, agosto 15, 2006

Vivir sin ti (es morir en la estación)

Los siete enanitos, Harry Potter, Homer Simpson y Kriptón son más conocidos en Estados Unidos que los jueces del Tribunal Supremo, Tony Blair, el escritor Homero o el planeta Mercurio. Con excepción de Homero (el planeta Mercurio tampoco me ha hecho nada) no puedo evitar sonreír con los resultados de la encuesta. Confirma que nos esforzamos bastante más en aferrarnos a la ficción que en intentar conocer y afrontar la realidad. (Traducido: no estoy sola).
Atribuyen a Unamuno la idea de que una de las ventajas de no ser feliz es que se puede desear la felicidad.Y es que de alguna manera disfrutamos más de lo que podría suceder que de lo que realmente sucede. Al menos, eso me ocurre a mí: ahora sufro las desventajas de ser razonablemente feliz: a falta de desear algo nuevo, me dedico a hacer cábalas sobre lo malo que estará a punto de llegar. Cuando daño ha hecho la cultura judeocristiana, y su sentimiento de culpa (ese sí que es omnipresente...)
(¡Cuántos paréntesis tiene este post! Es como un gran paréntesis ;)

lunes, agosto 07, 2006

Apagón



Por segunda vez en la historia de mi este blog (y esto empieza a ser preocupante) tengo que explicar que mi ausencia no se debe a un consumo compulsivo de las botellas de vino que aparecen en un post anterior. Además de beber, a lo que también he dedicado una parte no marginal de mi tiempo, estas semanas me han servido para celebrar un reencuentro, destrozar otro, renunciar a un tercero y posponer (quizá para siempre) un cuarto. Además, he viajado y vivido bajo una luz distinta. No me he gustado especialmente en estos últimos días y sospecho que si afronto ciclícamente los mismos problemas es porque básicamente los genero yo, y toman la forma de mi laberíntico dramatismo.
Hoy me ha hecho pensar hasta uno de esos estúpidos e-mails en cadena. Decía algo sobre que la decisión más importante de la vida es escoger qué puentes debes cruzar y cuáles debes deshacer. He escrito un correo electrónico ligeramente demoledor sobre esta idea a una persona esencial, y he tenido una conversación aún más demoledora (no sobre este tema, pero en el fondo sí) con otra persona esencial que a estas horas debe estar meditando cómo librarse de semejante distinción.
La cuestión es que cuando soy consciente de que estoy desencandenando un debate más que incómodo (y me empiezo a arrepentir), nunca sé si he actuado por exceso de lucidez o de estupidez.
(La foto pertenece al viaje de la luz distinta. Entonces, tal vez, también pensaba en puentes, pero todavía no me había cargado ninguno).