martes, septiembre 25, 2007

Pero, a veces, las cosas cambian

Si la vida te pasó de largo ¿qué esperás para alcanzarla?

Una parece abocada a los laberintos, a sentirse siempre dentro y a la vez fuera de todo, a ser John Lennon pero querer ser George Harrison. Una parece condenada a la distancia y a la excesiva cercanía, a que las paradojas de diario le ahoguen y le salven. A creer que sabe lo que quiere, a creer que no tiene ni idea, a creer que no tiene ni idea de que tiene mucha idea sobre lo que quiere. Una vuelve a preguntarse, una vez más, si debería a estas alturas tomar un atajo o si se puede permitirse continuar por la carretera de la costa, más serpenteante, más hermosa, más peligrosa y, definitivamente, más larga. Si estas últimas semanas han significado algo ha sido una apuesta por la carretera de la costa. Una intuye, en cualquier caso, que su sentido de orientación, de la dirección, no va a colaborar en exceso en la travesía.
Pero, a veces, las cosas cambian.

sábado, septiembre 01, 2007

El principio romano

Dicen que todos los caminos llevan a Roma, pero para mí será el principio de todo. No tengo grandes propósitos, o quizá sí. Quiero adquirir el aspecto de una campesina saludable (más mofletes, más...), esquivar los accesos de melancolía, combatir el insomnio, sufrir unas cuantas sobredosis de belleza. Quiero demostrarme lo que sospecho de mí misma, lo que los demás ya intuyen y yo no me acabo de creer. Me espera la ciudad eterna, pero también el sol (y los vinos) de Toscana y la mafia napolitana. Para acompañarme la primera semana me llevo a McEwan, a Grandes y a Vila-Matas. La segunda será suficiente con el gran C., que viene a salvarme con su perspectiva tragicómica de nuestras vidas. Y mientras me pregunto si no confío demasiado en este viaje, recibo un e-mail en italiano que no comprendo del todo pero que me ha hecho feliz. Es justo lo que necesito ahora: entender pocas cosas pero disfrutarlas muchísimo. Nos vemos a la vuelta, sin diccionario y con sonrisa.