Writing to reach me (II)
Escribir como el que vomita, como el que busca un alivio imposible, una pastilla eficaz que anule un dolor que no tiene cuerpo. Escribir febrilmente y que la letra sea el asidero a alguna parte de ti que desconoces. Escribir como si fueras una bombilla temblorosa en un lugar oscuro. Como si el mundo nunca hubiera dejado de ser un espacio impenetrable. Como posibilidad única, como único refugio. Escribir para demostrar que el lenguaje no es artificial, para demostrar que lo es. Escribir para saber que estás lejos y para sentir que estás cerca. Para ordenar las trenzas del estómago. Escribir desde de un regreso que no conduce a casa, desde la intuición de que algo se escapa. Confundir el paisaje y las fronteras, recorrer las arrugas que no están. Describir la búsqueda de las ovaciones silenciosas, el hartazgo de silencio, la necesidad fervorosa de silencio.
La peor sensación: tener el cuerpo frío y la cabeza caliente. Que la melancolía se apodere del entusiasmo. Que huya lo concreto, una vez más. Que lo abstracto sea injusto y pasajero como el corte involuntario de un cuchillo de cocina. Que no exista legado ni posteridad. Que la deconstrucción sea el pan de cada día. Querer decir algo y apenas acariciarlo. Maldecir las frases cortas (y su efectismo) y atragantarse con un sujeto y un predicado. Temer poner el punto y final.
La peor sensación: tener el cuerpo frío y la cabeza caliente. Que la melancolía se apodere del entusiasmo. Que huya lo concreto, una vez más. Que lo abstracto sea injusto y pasajero como el corte involuntario de un cuchillo de cocina. Que no exista legado ni posteridad. Que la deconstrucción sea el pan de cada día. Querer decir algo y apenas acariciarlo. Maldecir las frases cortas (y su efectismo) y atragantarse con un sujeto y un predicado. Temer poner el punto y final.