viernes, enero 29, 2010

Orfandad (El guardián)

Holden (el auténtico) decía que cuando un libro le gustaba de verdad ansiaba que el autor fuera amigo suyo para poder llamarle por teléfono cuando quisiera. No creo que Salinger estuviera dispuesto a charlar distendidamente con sus lectores; por algún motivo, los autores más sensibles no suelen corresponderse con las personas más afectuosas. Personalmente, lo único que me importa del carácter huraño de Salinger es que concibiera el libro que con más precisión y delicadeza ha detectado las contradicciones de la adolescencia, esa tensión insoportable entre los tics infantiles y los deseos adultos. Hoy, para completar sus elipsis vitales, los obituarios casarán anécdotas oscuras y años de reclusión voluntaria, pero este misántropo no necesitó contactos ni presentaciones para esbozar el oficio más hermoso: el guardián rodeado de espigas doradas, tenso siempre en el precipicio para que ningún niño caiga en él.

domingo, enero 17, 2010

Mapas

Aitormena en euskera significa confesión; en realidad, la confesión, porque esa "a" final contiene el artículo. Me gusta mucho jugar con las palabras y siempre me ha hecho gracia aproximar aitormena a (h)ai(y)tormen(t)a. Sí, porque cuando me asomo por aquí suelo venir de una tormenta, alguna zozobra emocional que se calma cuando dejo de tragarme el agua del mar, en un intento ingenuo de que desaparezca. Últimamente, sin embargo, nado sin beber, y hay calma, la calma de después de la tormenta, y me cuesta escribir, aunque redacte muchas entradas mentales. Esa sensación de calma no significa que mis problemas hayan desaparecido o se hayan modificado; creo que la que he cambiado (un poco) soy yo. De repente, me he dado cuenta de que hago lo que amo, que amo lo que hago y que, de vez en cuando, hago feliz a alguien. Entonces, esas veces, estoy frente de mi ordenador, y siento algo tan intenso por dentro que pienso que me voy a romper, o que voy a cambiar de color, y que algún compañero se va a dar cuenta de que me pasa algo. Supongo que me resulta más fácil sentirme feliz (no me atrevo a conjugar el verbo ser), y eso siempre da un poco de apuro, o de vértigo. Me he dado cuenta de que siempre voy a querer escapar, y que debo permitirme algunas huidas, sin dramas. Me leo prosaica y poco críptica y añoro el misterio, y creo que es por eso, porque necesito trazar un mapa imaginario y me está costando encontrar la tinta invisible. (Menos mal que -todavía- no soy afortunada en el amor, porque si no, no me saldría ni una línea ;)))