lunes, marzo 13, 2006

Tragedias (II)

¿Os acordáis de esas maletas azules que contenían un enorme saco amarillo de colacao? En mi casa circuló alguna, que yo vacié y adopté como contenedor de juguetes. Tendría cinco o seis años y, en una discusión con mis sufridos padres, cogí con dignidad la maleta del colacao y, muy resuelta, me marché de casa. Llegué hasta el portal (fue un camino brevísimo, porque mis padres han vivido siempre en un primero) y allí me quedé hasta que el aburrimiento pudo más que el orgullo, o quizá hasta que algún adulto (con mueca divertida) vino a buscarme. El caso es que, veinte años después, sigue presente esa pulsión por abandonar el lugar de la disputa. Me he aleccionado, he ensayado conductas más sensatas, pero ante las peleas y los debates encendidos, me repliego y huyo, cada vez con menos dignidad. A quien no lo sufra tal vez le parezca un conflicto secundario, pero no soportar las discusiones evita que sepa, a estas alturas, que a veces constituyen el mejor atajo para solucionar algo y, aún más importante, para conocer al otro. Esta es mi segunda tragedia.

4 Comments:

Blogger Munchausen said...

En realidad, es una estrategia bastante sensata. ¡El escudo de Arquíloco!

12:30 a. m.  
Blogger ybris said...

Coincido con Ratonov. Es la idea de Arquíloco:
"Un sayo se jacta hoy con mi escudo perfecto
que abandoné junto a un arbusto, apenado
Pero salvé la vida. ¿Qué me interesa ese escudo?
Peor para él. Uno mejor me consigo."

Y también contigo porque la discusión es un buen atajo para solucionar problemas y un buen camino para conocer al otro.
Y es que resulta triste (y engañoso) que una discusión pueda ahogar tantísimo tiempo de manos juntas.
Claro que una tragedia es menos cuando se reconoce.

4:48 a. m.  
Blogger Abby said...

pues que sepas que también es una tragedia llegar hasta el final con todas sus consecuencias.

1:51 p. m.  
Blogger Crapúscula said...

Yo creo que la clave es lo que dice Nostak. La discusión puedes ser terrible pero a mí dame tres horas de debate, media de palabras hirientes y dos de argumentos pero prometeme que en la última media hora volveremos a acogernos la mano. Lo que no aguantaría es pasar la noche pensando en si lo arreglaremos mañana o si el problema será una lata más que arrastraremos como un escándalo silencioso.

1:04 a. m.  

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