martes, febrero 14, 2006

My generation

A mi generación, en general, le dan pereza los mitines y las manifestaciones, es demasiado mayor para creerse que ningún discurso contenga todas las verdades, y mira con recelo a unos políticos y con más recelo a los otros. A mi generación le incomoda si le visten con proclamas, no tiene claras tantas cosas, le caen mal los bancos y guarda una distancia escéptica con casi todo. Su credo son sus amigos y su problema, el alquiler del mes. Yo, al menos, soy todo eso. Precisamente, porque la mayor parte del tiempo habito en un mundo paralelo, no me entero de que existen cosas como la directiva Bolkestein, una idea de un comisario europeo, que ni siquiera sigue en su cargo, que promete hacernos las cosas más difíciles. Se pueden amargar un rato (amargar, porque hasta los Verdes apuestan sólo por hacer mejorable la directiva) aquí.
Disculpen, ya sé que tocaba discurso romántico, pero hoy es esto lo que ha zarandeado mi corazón.

9 Comments:

Blogger Recopilador de Historias said...

Pues ciertamente es para amargarse, ya que no es una Directiva avalada sólo por un ultraliberal, como parece que quieren presentarla, sino que fue aprobada por todo el Parlamento europeo en tiempos de Prodi. Tiempos difíciles tocan.
Good night, and good luck!

9:37 p. m.  
Blogger Crapúscula said...

y qué, firmaste?

10:51 p. m.  
Blogger Abby said...

Querida coetánea, sabes que? me da miedo, así que ni siquiera he seguido el link. Pero me alegra infinito que te dejes caer por la blogosfera más a menudo. Beso, guapa.

8:52 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pero bueno, estamos locos o qué? todo el mundo a firmar ya!

9:57 a. m.  
Blogger Abby said...

bueno bueno vale ya voy
ay

4:38 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hacedme todos un favor: leeros el texto original de la directiva Bolkestein y luego ya hablamos.

No me entendáis mal. Yo también milito, pero trato de ller más que militar.

Si la leeis, luego haceros una pregunta. Si hace siete años se hubiese montado una gorda como la actual por la liberalización de los servicios de telefonía móvil, ¿también habríais firmado un comunicado?

Porque resulta que la competencia entre empresas favorece en precios al cliente. ¿Y cuántos trabajadores se han ido a la calle por culpa, digamos, de Vodafone o Amena?

Un saludo.

4:02 p. m.  
Blogger Holden said...

Estimado anonymous,
Yo, de hecho, milito poquísimo y leo bastante. La directiva no es una mera liberalización de servicios, porque es evidente que la competencia en un sector reduce los precios y favorece el consumidor. El problema es que uno de sus simpaticos puntos -del que nos hemos enterado por una filtración, por cierto- plantea que las empresas podrán adoptar las condiciones del país donde situen su sede social e imponerselas a sus trabajadores. Es decir, que una empresa puede situar su sede social en Polonia, e imponer las condiciones laborales y económicas de Polonia pongamos que a un noruego. No hace falta ser muy mal pensado para saber que ningún empresario hará lo contrario: poner su sede social en Noruega y proporcionar las condiciones laborales de ese país a los polacos.
Ahora, yo pregunto. ¿Te suena cuantos trabajadores se han quedado sin empleo por la deslocalización? ¿Y cuantos estan siendo explotados en los países en los que se ubica la nueva empresa?
Un saludo también a ti.
Ah, Nostak, aun estamos de suerte: han apartado a la cultura y la sanidad de esta magnífica directiva... hasta la siguiente votación.
Besos a todos

7:41 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola Holden. Gracias por tu respuesta.

Lo cierto es que la directiva contiene una larga lista de excepciones para limitar el espectro de sectores a los que la liberalización no afectará: sanidad, educación, etc.

Además, su aplicación está condicionada al cumplimiento de una larga lista de requisitos -armonización de los niveles de paro e inflación, sistema de garantías a los consumidores, convergencia de los mecanismos de buen gobierno de las empresas- para atenuar las posibles consecuencias (sí, por supuesto, las hay) de su entrada en vigor.

Pero, además, yo aplicaría aquí una argumentación de mayor perspectiva.

Por ejemplo. La deslocalización es, obviamente, una putada. Pero no podemos abrazar las ventajas de la globalización -viajar por dos duros a Londres, que tu mejor amigo sea un japonés que estudia en Düsseldorf, que una persona de 30 añosconozca a esas alturas de su vida siete capitales europeas, que yo te pueda estar escribiendo este post desde Buenos Aires, etc.- sin asumir también que hay unas desventajas.

Y no le veo mucho sentido a oponerse cerrilmente a ellas. Simplemente hay que adaptarse. Blindar la economía propia para evitar pérdidas de empleo por la deslocalización sólo servirá a corto plazo y al hacerlo, estaremos empleando unos recursos imprescindibles para que abordemos lo realmente necesario: reformar la economía para decidir a qué nos vamos a dedicar durante los próximos 50 años.

Imagínate hace un siglo a toda industria minera de Vizcaya y Asturias indignada ante la proliferación de altos hornos, factorías de fundido y máquinas que automatizaban la producción. Hubo manifestaciones y el movimiento contra el maquinismo marcó toda una era de la lucha laboral.

Pero luchaban contra el paso de los tiempos, una fuerza más implacable que el mar. Se enfrentaban a molinos de viento. Es como la resistencia de los fabricantes de carruajes de caballos a la aparición de los primeros automóviles en 1910.

Por otra parte, Polonia, Eslovaquia, Hungría, etc, no tadarán más de 25 años en equiparar sus sueldos y su estructura de costes a la de Europa Occidental. Cuando lo hagan, aún quedará China. Y luego India. Luego Pakistán. Y todavía nos queda por ver cómo despega el continente africano. La convergencia de todos esos países nos pone en aproximadamente 200 años de lucha contra la deslocalización.

Recuerda que, además, la España de los 70 y 80 (y bien entrados los 90) se benefició de ser la Polonia de entonces. Cuando venías las grandes empresas a instalarse aquí nadie pensaba '¡qué cabrones! Se instalan porque les producimos sus productos por cuatro duros'. Al contrario, nos alegrábamos porque significaba más empleo y más riqueza.

Oponerse a que Polonia o Eslovaquia sean ahora la niña bonita de los ojos de las grandes corporaciones es egoísta, y muy poco solidario. Nosotros ya somos ricos, aunque no te lo parezca. Cualquier mindundi tiene una segunda vivienda en Noja, dos coches y un modesto paquete de acciones, aunque nos quejemos de no llegar a fin de mes.

Dejemos que se coman ahora parte del pastel.

A lo mejor mi post anterior sonaba un poco borde. Te pido diculpas.

Y este es demasiado largo. Perdón de nuevo. Dime que piensas.

Un saludo

9:02 a. m.  
Blogger Holden said...

Estimado anonymous,

Casi me convences (yo es que siempre he sido una chica fácil ;) pero es que los que se enfrentan a molinos de viento siempre tendrán mi incondicional y romántico apoyo. No sé hasta que punto los polacos o los eslovacos se mueren de ganas por ser explotados por las grandes corporaciones, pero es posible que yo sea tan frívola y tan egoísta como para no darme cuenta de que lo que tienen es menos que eso. Tu post anterior no sonaba borde, es sólo que a mi se me provoca sin demasiada dificultad. Ah, y yo soy menos que una mindundi: no tengo ni siquiera primera vivienda, aún estoy pagando mi coche de segunda mano y las únicas acciones que conozco son verbos como dormir, comer, trabajar... Y puede que sí, que el precio de que me puedas escribir desde Buenos Aires sea que un empresario cierre su fabrica de Tudela para ganar (aún) más en Cracovia a costa de los mismos. Pero es que los peajes y yo nunca nos hemos llevado bien...
Anda, abrete un blog, y avisa...
Un saludo

8:55 p. m.  

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