martes, noviembre 16, 2004

Lord Wellington

La otra noche se me ocurrió que, tal vez, tú tampoco dormías. Y pensé palabras que se volvieron en mi contra. Me pasa muy poco, casi siempre están de mi lado, pero cuando ocurre, es como si te traicionara un amigo.
Entonces me acuerdo de lord Wellington, un mariscal irlandés que cuando pasaba revista a sus tropas (al parecer no muy disciplinadas) decía: "No sé si causarán miedo al enemigo, pero ¡vive Dios que a mí sí!".
No es que no esté advertida de que las palabras pueden jugar con uno. Lo avisa el verdadero Holden: nunca cuentes nada a nadie porque en cuanto lo haces empiezas a echar de menos a todo el mundo.
Nombrar las cosas es añorarlas.
Me queda el consuelo de que, pese a sus dudas sobre sus compañeros de viaje, Wellington ganó su batalla. Por ahora yo, como G, me conformo con elegir mis trincheras.

4 Comments:

Blogger lulamae said...

A veces no te pillo, pero supongo que es normal, creo que me faltan datos. En cualquier caso, no comparto la idea de que nombrar las palabras sea añorarlas, mas bien quizá sea hacerlas reales. Mr. W. espero varios días antes de una de sus grandes batallas, pero frecuentemente opino que es mejor actuar y equivocarse, a no hacer lo que nuestros instintos nos demandan.1 besote

12:23 p. m.  
Blogger Haiduc said...

Estoy con Lulamae. Me cuesta entenderte esta vez.

Respecto a la última frase de Holden, creo que está mucho más vinculada con el mentir que con el nombrar.

Y por último, aquí eres tú mas 'verdadera' que el señorito Caulfield.

2:50 p. m.  
Blogger Holden said...

Tranquilos, a veces no me entiendo ni yo. De hecho, he releido el post y me he preguntado: ¿¿¿pero en que estaba pensando??? En mi descargo diré que la noche anterior se alargó demasiado... y que la cerveza siempre produce un efecto pernicioso en mis reflexiones. Un beso a los dos!

4:10 p. m.  
Blogger it said...

No puedo estar más en desacuerdo, Holden.
Porque sólo poniéndole nombre a las cosas, sacándolas fueras -enfrentándolas- podemos combatirlas o dominarlas. Y perderles el miedo y hacerlas nuestras.

Wellington es un personaje fascinante. Tenía una cucharita de plata (porque era estreñido) y tenía un ayudante de cámara... hmmmm... mal oficio (lo que yo te diga, jejeje)

Saf ;-))

10:21 p. m.  

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