lunes, octubre 25, 2004

Gigi y Jokin

Enric Gonzalez escribe todos los lunes unas historias geniales sobre la liga italiana. Hoy habla sobre el Torino, un club en el que casi todo nace dos veces. En 1949, a la vuelta de un amistoso en Lisboa, el avión del equipo se estrelló. No sobrevivió ninguno de sus jugadores, pero el equipo de Turín se rehizo.
El piloto se apellidaba Meroni. Años después acogió un jugador carismático con el mismo apellido. Gigi Meroni era un futbolista pasional, de los que reciben la admiración más acérrima o el desprecio más tajante. Un mal día de 1961 un aficionado del Torino que acababa de sacarse el carné lo atropelló. Meroni tenía 24 años. El chaval, de 18, cayó en una profunda depresión. Treinta y siete años después, ese chico, de nombre Attilio Romero, preside el club, en una de esas piruetas existenciales que te reconcilian con la vida.
Mientras cuento esta historia -mucho peor que Enric, por supuesto (El Pais, pagina 62)- recuerdo a Jokin Ormaetxea y Joseba Albizu. Jokin, ciclista del Paternina, murió ayer en un accidente de tráfico. Joseba, que era quien conducía, permanece en el hospital, aunque su vida no corre peligro. Es el segundo accidente grave del corredor del Euskaltel. En la otra ocasión, iba solo. Cuando se despierte y sepa lo ocurrido, se sentirá incluso peor que Attilio Romero, porque Jokin no era su ídolo, sino su amigo. Ojalá sepa levantarse.
El pesimismo es cuestión de la inteligencia; el optimismo, de la voluntad.

1 Comments:

Blogger Haiduc said...

Los jóvenes van por grupos, los adultos por parejas y los viejos van solos.

Vivir es lamentablemente un continuo adios a quienes queremos. Por eso, no debería haber mayor placer que el de encontrar a un viejo amigo, salvo el de encontrar a uno nuevo.

11:14 p. m.  

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