miércoles, septiembre 22, 2004

La izquierda

La columna de Rosa Montero sobre una escritora genial, Belén Gopegi, que ayer se publicó en la contrapartada de El Pais, me ha hecho recordar muchas de mis dudas. Desde que tengo algun tipo de conciencia política, me he declarado de izquierdas. Parece la opción lógica, necesitas estar en este bando, aunque sólo sea para no estar en el de enfrente. Pero de un tiempo a esta parte, bastante más de un lustro, la izquierda encierra demasiadas contradicciones para que la acepte sin más.
Antes pensaba que si los partidos progresistas recibían más críticas era porque sus propios militantes se cuestionaban más el estado de las cosas. Y es cierto que la derecha se suele mostrar más complaciente, pero mucho del capital humano que engrosa esa abstracción llamada "la izquierda" también carece, desde mi punto de vista, de cualquier sentido crítico.
No hablo del PSOE y su mutua sumisión con el grupo PRISA, sino también de IU y sus extrañas concesiones y sobre todo de la posición generalizada sobre las dictaduras "zurdas". Antes con Stalin, que siempre será mucho menos vapuleado que Hitler, y ahora con Fidel Castro, al que le protege una especie de aura mesiánica. ¿Como no reconocerlo, si me pasa a mi también? Como cuesta no adorar Cuba y que antipáticos resultan los cubanos de Miami. Que difícil desvirtuar el mito, que complicado cargarse nuestra idea del paraíso.

PD. Esta es la columna de Rosa Montero:

Incorrección
La escritora Belén Gopegui acaba de publicar una novela en la que reivindica la revolución cubana. Asegura Gopegui que defender tal cosa hoy es políticamente incorrecto, una frase que ha sido repetida hasta la saciedad por periodistas y críticos. No he leído el libro, pero es probable que esté bien, porque Gopegui es una escritora potente e interesante, sólo lastrada, desde mi punto de vista, por ese afán suyo de adoctrinar al mundo. Para mí el sentido de la literatura consiste precisamente en intentar descubrir el sentido de las cosas.
Es un viaje de conocimiento, y ha de ser lo más puro y radical posible: uno no puede comenzar ese viaje de exploración llevando ya las respuestas previamente. Los novelistas deberíamos ser como el niño del cuento que se atreve a decir (y a ver) que el Rey está desnudo; pero si estás cegado por tus propias ideas y tus inevitables prejuicios, lo único que conseguirás es ver solamente un tipo de traje.
¿Qué es lo políticamente correcto? Pues aquel conjunto de valores convencionales que el poder sostiene en un momento dado. La cultura de este país y de Occidente ha estado en manos de la izquierda desde hace décadas. Y ese poder de izquierdas siempre apoyó a Cuba. Quienes fueron de verdad políticamente incorrectos fueron aquellos que, en años mucho más ortodoxos, se atrevieron a criticar a Castro, como Vargas Llosa o Solzhenitsyn; y pagaron un elevado precio por ello. Las críticas a Cuba, dentro de la izquierda más formal, empezaron sólo el año pasado, a raíz de las últimas y ya escandalosas barbaridades represivas del régimen castrista. Y esas críticas han sido y son débiles, titubeantes, dolorosas, porque a esa izquierda le apena perder el consolador espejismo del paraíso revolucionario.
En EL PAÍS del sábado, Rafael Conte alababa del libro de Gopegui, sobre todo, esa reivindicación castrista, con la que dice estar de acuerdo. Y es el crítico literario más importante del periódico más importante de España. O sea, que los mandarines culturales siguen creyendo, contra toda evidencia, en el Edén de la revolución cubana, que es lo mismo que creer en el cielo cristiano, una cuestión de dogma y de fe. ¿Que la opinión de Gopegui es políticamente incorrecta? Hombre, pues no. Eso, precisamente, no.