martes, mayo 27, 2008

Txoria

El jueves, a media tarde, en un autobús que regresaba de Alejandría a El Cairo, una mujer de timbre precioso entonó una vieja canción vasca, de las que obligan a emocionarse, aunque uno quiera guarecerse con todos los cinismos del mundo. Hoy por la mañana, en un bar, su cantante, la voz que convirtió la canción en un himno íntimo, estaba en la barra, con una copa de vino blanco, apenas sostenida por una mano temblorosa. Ahora le rescato en youtube, y me aferro, con más intensidad que nunca, a la belleza, tan efímera, de las cosas.

6 Comments:

Blogger Poledra said...

Eta ni...txoria nuen maite...

Se me ha puesto un nudo de nostalgia en la garganta.

7:29 p. m.  
Blogger Recopilador de Historias said...

Quizá los himnos debieran ser siempre íntimos.

Un beso

10:26 p. m.  
Blogger ybris said...

Por esa canción yo ando por aquí.
Ya lo conté en
http://nomequedo.blogspot.com/2007/01/hace-un-ao.html
Me llegó muy hondo y la memoricé en mi incipiente y fracasado aprendizaje del euskera:
Hegoak ebaki banizkio...
eta nik txoria nuen maite.
Poco más puedo decir sino que te comprendo perfectamente.

Besos

6:25 a. m.  
Blogger Ignacio Bermejo said...

Interesante post. Dices muchas e intensas cosas con pocas palabras.
Un abrazo. Me gustó leerte

5:44 p. m.  
Blogger Di Verso said...

La belleza es una fuente de placer inagotable, pero no es gratis. Requiere tiempo, actitud y esfuerzo.
Una inversión segura, con una recompensa expléndida. Creo que, en general, infravaloramos su importancia, o simplemente nos quedamos viendo el bosque sin apreciar un solo árbol.

11:03 a. m.  
Blogger Di Verso said...

La belleza es una fuente de placer inagotable, pero no es gratis. Requiere tiempo, actitud y esfuerzo.
Una inversión segura, con una recompensa expléndida. Creo que, en general, infravaloramos su importancia, o simplemente nos quedamos viendo el bosque sin apreciar un solo árbol.

11:03 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home