¿Por qué escribe usted?
Primo Levi da nueve razones:
Porque se siente el impulso o la necesidad; para divertir o divertirse; para enseñar algo a alguien; para hacer un mundo mejor; para dar a conocer las ideas propias; para liberarse de una angustia; para ser famoso; para hacerse rico; por costumbre (motivación que se deja para el final por ser “la más triste de todas”).
Italo Calvino proporciona tres:
1- Porque estoy insatisfecho con lo que yo he escrito y quisiera corregirlo de alguna manera, completarlo y proponer una alternativa. En ese sentido nunca hubo una “primera vez” en que me pusiera a escribir. Escribir siempre fue un intento de borrar algo ya escrito y poner en su lugar algo que aún no sé si lograré escribir.
2- Porque al leer a X (un X antiguo o contemporáneo) pienso: “¡Ah, cómo me gustaría escribir como X! ¡Lástima que eso esté totalmente fuera de mis posibilidades!”. Entonces intento imaginarme esa empresa posible, pienso en el libro que nunca escribiré pero que me gustaría poder leer y poder colocar junto a otros libros amados en una estantería ideal. Y, de repente, alguna palabra, alguna frase me viene a la mente... a partir de ese momento ya no pienso más en X ni en ningún otro modelo posible. En lo que pienso es en ese libro, en ese libro que aún no ha sido escrito y que podría ser ¡mi libro! Intento escribirlo...
3- Para aprender algo que no sé. No me refiero ahora al arte de la escritura sino a lo demás, a algún saber o competencia específicos o a ese saber más general al que llaman “experiencia de la vida”. Lo que más me anima a escribir no es el deseo de enseñar a los demás lo que sé o creo saber sino, al contrario, la conciencia dolorosa de mi incompetencia. Por lo tanto, ¿mi primer impulso sería el de escribir para fingir una competencia que no tengo? Pero para ser capaz de fingir debo, en cualquier caso, acumular informaciones, nociones y observaciones; debo llegar a imaginar el lento acumularse de una experiencia. Y eso sólo puedo hacerlo en la página escrita, donde espero capturar, al menos, algún rastro de un saber o de una sabiduría que en la vida apenas he rozado y que enseguida he perdido.
A mí sólo se me ocurre una razón razonable: encandilar al mejor lector, que es -lo leía el otro día en una crítica literaria y me encantó- el incauto capaz de confundir el mundo con el relato que lo hechiza.
Porque se siente el impulso o la necesidad; para divertir o divertirse; para enseñar algo a alguien; para hacer un mundo mejor; para dar a conocer las ideas propias; para liberarse de una angustia; para ser famoso; para hacerse rico; por costumbre (motivación que se deja para el final por ser “la más triste de todas”).
Italo Calvino proporciona tres:
1- Porque estoy insatisfecho con lo que yo he escrito y quisiera corregirlo de alguna manera, completarlo y proponer una alternativa. En ese sentido nunca hubo una “primera vez” en que me pusiera a escribir. Escribir siempre fue un intento de borrar algo ya escrito y poner en su lugar algo que aún no sé si lograré escribir.
2- Porque al leer a X (un X antiguo o contemporáneo) pienso: “¡Ah, cómo me gustaría escribir como X! ¡Lástima que eso esté totalmente fuera de mis posibilidades!”. Entonces intento imaginarme esa empresa posible, pienso en el libro que nunca escribiré pero que me gustaría poder leer y poder colocar junto a otros libros amados en una estantería ideal. Y, de repente, alguna palabra, alguna frase me viene a la mente... a partir de ese momento ya no pienso más en X ni en ningún otro modelo posible. En lo que pienso es en ese libro, en ese libro que aún no ha sido escrito y que podría ser ¡mi libro! Intento escribirlo...
3- Para aprender algo que no sé. No me refiero ahora al arte de la escritura sino a lo demás, a algún saber o competencia específicos o a ese saber más general al que llaman “experiencia de la vida”. Lo que más me anima a escribir no es el deseo de enseñar a los demás lo que sé o creo saber sino, al contrario, la conciencia dolorosa de mi incompetencia. Por lo tanto, ¿mi primer impulso sería el de escribir para fingir una competencia que no tengo? Pero para ser capaz de fingir debo, en cualquier caso, acumular informaciones, nociones y observaciones; debo llegar a imaginar el lento acumularse de una experiencia. Y eso sólo puedo hacerlo en la página escrita, donde espero capturar, al menos, algún rastro de un saber o de una sabiduría que en la vida apenas he rozado y que enseguida he perdido.
A mí sólo se me ocurre una razón razonable: encandilar al mejor lector, que es -lo leía el otro día en una crítica literaria y me encantó- el incauto capaz de confundir el mundo con el relato que lo hechiza.
5 Comments:
Salvo cuando escribes la realidad. Aunque la adornes, aunque la veas con tus ojos, aunque sea una verdad seleccionada, interpretada. En tu profesión sabes que el ejercicio literario está en las formas. Pero tu lector no confunde el mundo con la realidad que le presentas. En todo caso, le estás presentando la realidad del mundo. Bueno, la realidad que ves, y tal como la ves. Me encantan las ficciones (me dejo hechizar), pero me gustan mucho también los hechos reales bien contados.
Y, como los hermanos Dupont Dupont, "yo aún diría más": me gustan los metacomentarios. A saber, las invitaciones a pensar como la que haces, las preguntas sobre los porqués... y las respuestas. A pesar de mi observación sobre la realidad y lo ficticio, también me encanta esa conclusión sobre el mejor lector del mundo.
.... Y tú ¿por qué escribes? :-p
Creo que no hay que buscar motivos. Simplemente debemos dar las gracias a este extraño invento de los blogs, porque ha permitido que te atrevas a hacer partícipe al mundo de algo que ha estado demasiado tiempo escondido. Has sido muy egoísta hasta que has decidido compartirlo. Por eso, pienso que el principal motivo por el que te has decidido a escribir tiene algo que ver con ese concepto de la justicia universal que, creo, ambos defendemos.
Sea cual sea el motivo por el que te decidiste a hacerlo, por favor, no lo dejes. Es como una droga para muchos, según veo.
Besos.
Encandilar al mejor lector del mundo...
Es una fuerte tentación.
Pero, para mí, hay algo más curioso en escribir, y es entenderse uno un poco mejor:
ese meticuloso proceso de rebuscar palabras, limar expresiones, analizar sentimientos, ordenar ideas... acaba dándonos confianza en que somos algo más de lo que somos.
Coincido con Rob Gordon en que hay que agradecer a este invento de los blogs el tesoro escondido que uno ni se imaginaba que pudiera existir. (Yo, que soy nuevo en esto, puedo dar fe de ello).
Sigue escribiendo, por favor.
Besos
seducir con las palabras...
—Porque sí.
—Pero es que eso no es una razón.
—¡Ah! Que usted lo que pregunta es cuáles son las razones por las que escribo.
—Exactamente.
—¿Y usted cree que hay razones?
—Mmmh, no sea usted gallego, no me conteste con otra pregunta, no escurra el bulto.
—¿Y por qué no?
—Porque es de muy mala educación.
—Ya. Y no hay que ser maleducado; mire, si seguimos así en algún momento nos vamos a romper la crisma contra el borde de la espiral. Si aspira a que alguien le dé una respuesta coherente a semejante pregunta es que usted es muy joven o muy ingenuo. Porque el el fondo la única razón que existe, de existir alguna, es porque sí. Ahora, por ejemplo, escribo para dos cosas, para entretenerles y para cazar la verdad.
—¿Qué verdad?
—La Verdad.
—¿Pero cuál?
—Definitivamente, es usted un joven de lo más ingenuo...
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