sábado, junio 13, 2009

A straight story (Springtime can kill you)

Johanna Ganthaler y su marido se salvaron de una muerte segura hace trece días, cuando perdieron el vuelo que les llevaba de vuelta a casa después de disfrutar de unas vacaciones en Brasil. Ayer, sin embargo, cuando viajaban en coche, apenas unos días después de saber con certeza que disfrutaban de una segunda oportunidad, el matrimonio sufrió un accidente de tráfico. Johanna ha muerto y su marido está gravemente herido. Además de la historia, me llama la atención que la noticia fuera la más leída del día, mucho más que las decisiones del pesado de Florentino Pérez o alguna nueva consecuencia colateral de la crisis. Y creo que es porque las historias sobre la fatalidad del destino nos seducen de forma inevitable. En el fondo, no soportamos que todo sea casual, que la música del azar no tenga partitura, que no haya una razón para que nos ocurra todos los sucesos concatenados de nuestra vida. Y buscamos hechos, como este, que nos la confimen.

Quizá por eso, para creer que existe un motivo, o para olvidar que no existe, todavía me introduzco en las películas y me dejo embaucar por su trama, como cuando era pequeña, sin fijarme en si es el plano correcto, o si el actor secundario empaña al protagonista. Me puedo entusiasmar con una canción mala que contenga un verso que me emocione, y puedo escuchar a Jeff Buckley mientras atravieso el puente que me lleva a casa, y sentirme la persona más viva del universo, a salvo de todos los coches y los aviones equivocados del mundo.

6 Comments:

Blogger eme said...

o comer unas chuches que me hagan feliz...

4:05 p. m.  
Anonymous Pereira said...

Estoy de acuerdo con Holden. Vivimos rodeado de lo inevitable pero nos hemos creído inmortales. Como en la muerte de Ivan Ilich siempre buscamos una razón que explique la muerte de los otros. Porque si hay una razón podemos evitarla. Y a veces la hay. Y otras es un coche que se cambia de carril o unas manchas irregulares en la piel. Nuestro número está en el bombo del infortunio y puede salir. Y a partir de ahí, nuestro afrontamiento en esa realidad, es un misterio que algún día resolveremos. Porque a veces más importante que la muerte puede ser la manera de morir.

7:04 p. m.  
Blogger ybris said...

A veces el azar sorprende tanto como la mayoría de las veces no lo hace.
Mejor perderse en la trama de una película, un libro o una canción y disfrutar de lo que ya está hecho.

Besos.

6:35 a. m.  
Blogger dolo said...

Tienes que venir a visitarnos que aquí en nuestro paraiso terrenal de Galicia, te puedes enfrascar en un paseo por los perfectos parques naturales que tenemos, las playas de arena finitita y las vistas que te hacen olvidarte de esos posibles coches equivocados,.... e incluso decisiones que te hagan arrepentirte de haberlas tomado.
Sigue emocionando
un saludiño (otro de Mari con un enomisisimo biko)

12:02 p. m.  
Blogger Humo said...

sorprendentemente, también necesitamos creer en los golpes de suerte, en los que se salvaron por no coger el avión que se estrelló y siguieron viviendo, en los actores secundarios que acabaron triunfando, en los cantantes que acertaron en un verso, en los puentes cruzados con optimismo.

8:59 a. m.  
Anonymous israeliko said...

Quizá urgía, estadísticamente, que falleciera alguien que se hubiera librado de la muerte unos días antes.
Y así, todo está en equilibrio de nuevo.
Puede que la vida sea sólo matemáticas, por eso lo que más me importa es que la cena, esta noche, esté bien rica.

4:36 p. m.  

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