Instinto de conservación
Manuel Vicent defendía ayer: "Conocer a fondo el alma humana, no sorprenderse de nada, estar de vuelta de todo, pero conservar siempre la virginidad en la mirada ante cualquier tragedia, villanía, heroísmo o golpe de fortuna que acontezca en la vida y contarlo como si sucediera por primera vez: ésta es, a mi juicio, una regla de oro para un escritor".
Hoy he hecho lo que hago siempre que mi vida se tambalea, coger un libro, surcado hace tiempo, y llevarlo conmigo, como un escudo poético; escoger un asiento escondido en el autobus, releer y recordar que, hace un siglo, Rainer Maria Rilke le escribía a Franz Xaver Kappus (el joven poeta): "Intente, como el primer hombre, decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde. (...) Si su vida cotidiana le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted mismo, dígase que no es bastante poeta como para conjurar sus riquezas: pues para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre e indiferente".
El alma humana se expresa a través de plagios, sucesivos e inconscientes, pero el lenguaje, de vez en cuando, busca otros filtros y parece que dice algo nuevo o distinto, cuando está sosteniendo algo que ya pensó instintivamente un griego, sin bolígrafo, ni máquina de escribir, ni google, en el siglo IV antes de Cristo.
Decía Vicent que cuando uno está desesperado y ya no encuentra salida, debe pensar en algo bello, en algo noble y el mundo se volverá a iluminar. Si uno preserva su fascinación por la belleza, está custodiando, en realidad, su instinto de conservación.
Hoy he hecho lo que hago siempre que mi vida se tambalea, coger un libro, surcado hace tiempo, y llevarlo conmigo, como un escudo poético; escoger un asiento escondido en el autobus, releer y recordar que, hace un siglo, Rainer Maria Rilke le escribía a Franz Xaver Kappus (el joven poeta): "Intente, como el primer hombre, decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde. (...) Si su vida cotidiana le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted mismo, dígase que no es bastante poeta como para conjurar sus riquezas: pues para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre e indiferente".
El alma humana se expresa a través de plagios, sucesivos e inconscientes, pero el lenguaje, de vez en cuando, busca otros filtros y parece que dice algo nuevo o distinto, cuando está sosteniendo algo que ya pensó instintivamente un griego, sin bolígrafo, ni máquina de escribir, ni google, en el siglo IV antes de Cristo.
Decía Vicent que cuando uno está desesperado y ya no encuentra salida, debe pensar en algo bello, en algo noble y el mundo se volverá a iluminar. Si uno preserva su fascinación por la belleza, está custodiando, en realidad, su instinto de conservación.