lunes, marzo 12, 2007

El gran Javier Cercas

Por qué escribir
No hay ni un solo escritor en el mundo al que no le hayan hecho cien veces esta pregunta (...) Escribo porque escribir no sirve absolutamente para nada y sin embargo mientras escribo tengo la absoluta seguridad de que sirve absolutamente para todo. Escribo porque absolutamente nada tiene ningún sentido y sin embargo mientras escribo absolutamente todo parece tener un sentido absoluto. Escribo para leer mejor y también para dejar de vez en cuando de leer, porque el mucho leer embota (esto último lo dijo Nietzsche, que escribía pensamientos paseados). Escribo para escribir algún día un libro paseado. Escribo porque a los ocho años leí Pimpinela escarlata y desde entonces no he hecho otra cosa que intentar plagiar esa novela. Escribo porque a los 15 años yo era un salido y un día otro salido que además era un cabrón me dijo que escribiendo se ligaba, y cuando descubrí que me había engañado ya era demasiado tarde para quitarme el vicio. Escribo porque a los 15 años yo tenía una profesora radiante: un día la interrumpí en clase al grito de que estaba buenísima y ella, que estaba explicando a Borges, me expulsó de clase y yo me impuse como penitencia la lectura de las obras completas de Borges, cosa que todavía no he terminado de hacer y que no creo que termine de hacer nunca, porque en realidad es imposible. De más está decir que escribo porque a partir de los 15 años no me ha pasado absolutamente nada que tenga algún interés. Escribo porque me pagan por escribir tonterías. Escribo porque todavía no he encontrado una forma más decente de ganarme la vida. Escribo (me explico) porque no sé hacer nada útil, ni siquiera atarme los cordones de los zapatos: si supiera curar a los enfermos, no escribiría; si supiera rematar en plancha un libre indirecto, créanme, no escribiría. Escribo porque sí y porque me da la gana, y a quien le parezca mal que me lo diga en la calle. Escribo para poder pensar (esto, creo, lo dijo Cabrera Infante). Escribo porque cuando escribo tengo la impresión acusadísima de que soy una persona inteligente y también de que todos los que me rodean son todavía más inteligentes que yo, sólo que ellos no se dan cuenta.
Escribo para que me lea mi madre, que es la única que me leía cuando no me leía nadie y la única que me leerá cuando ya nadie me lea (¡un abrazo, mamá!). Escribo para que me lean dos tipos que están muertos y dos o tres que todavía están vivos. Escribo para que me lea usted (¡sí, usted, el de la tercera fila, no se esconda!) (...) Escribo para llevar la contraria, pero todavía no he descubierto a quién. Escribo para entender cosas que sé que no hay manera humana de entender, con la esperanza de que ese esfuerzo fracasado por entenderlas sea ya una forma de entenderlas. Escribo porque la vida es una mierda, y los hombres, un hatajo de indeseables y de cobardes, pero cuando escribo salgo a la calle cantando canciones tirolesas y sintiéndome John Wayne y con ganas de abrazarme al primero que pasa y echarme a llorar de tristeza en su cuello. Escribo porque si no escribiera no tendría ni un solo motivo para respetarme, muy pocos para levantarme por la mañana y casi todos para convertirme en un peligrosísimo oligofrénico, de lo que se deduce que el Estado debería subvencionarme para que siguiera escribiendo. (No escribo, por cierto, para que me quieran más: las personas que me quieren me querrían igual si no escribiera, y las personas que no me quieren no me querrían ni aunque dejase de escribir). Escribo para joder a los que no quieren que escriba y para alegrar a los que quieren que siga escribiendo. Escribo porque, entre nosotros, escribir mola (esto, seguro, debió de decirlo alguien, probablemente un chino). Escribo por todas estas cosas y por muchísimas más. En realidad, escribo por casi todo, porque cualquier excusa es buena para escribir. A veces (Dios me perdone) he llegado incluso a escribir para hacerles creer a quienes me leen que no quiero que me pregunten nunca más por qué escribo.

PD: Yo hoy escribo y no escribo porque mi desahuciada Real ganó ayer después de muchas, muchas semanas sin hacerlo. Todos piensan que sólo alargamos la agonía; yo a la agonía le llamo seguir soñando.

jueves, marzo 08, 2007

Defensa del riesgo


(Photo-poem: Rogelio López Cuenca)

Me gustaría tener el teléfono adecuado para decirte, para prometerte que... la Humanidad progresa a pesar de la mayoría.

miércoles, marzo 07, 2007

Una pista


Es un problema de gestión, de saber dosificar la melancolía, las ansias de perfección. Una y otra (la melancolía, las ansias) son lo mismo o, al menos, se retroalimentan. No parece (tan) grave. Quizá es el momento de darme (de daros) una tregua y leer entre líneas. Sobre todo en aitormena, pero también en ese camino paralelo a nuestras preocupaciones que bautizamos solemnemente como vida. No perderse entre tanto paréntesis (sólo los imprescindibles, como éste), permitirse algunos puntos suspensivos y unos cuantos puntos y aparte, restringir los puntos y seguido. Retratar la luz que se destila entre las cortinas sucias. Distinguir las buenas fotografías de los mediocres. Desprenderse de la culpabilidad por buscar más refugio en la ficción que en la realidad. Y reconocer que la vida imaginada y la vivida no se alejan tanto como suelo sugerir.

(La fotografía pertenece a Iñaki Bonillas, a quien no tengo el gusto de conocer, pero sí de admirar)