Inventario
- La semana... del 8 al 14 de marzo, en la que perdí,literalmente, el miedo escénico (8), me estremecí (11), aprobé el carné de conducir (12) y comprobé que sí, que cada voto cuenta (14).
- El piso... en el que menos tiempo viví, lleno de extraños interruptores, donde curé mis heridas, casi sin darme cuenta, y conocí a J., una persona excepcional
- La carta... de I., con el libro de Pepe Hierro, un cuaderno en blanco que no me atrevo a inaugurar y tres folios encantadoramente contradictorios y sinceros
- La llamada... Y aquí debo reseñar dos, una laboral que me abría las puertas a un cambio de trabajo y de residencia y una personal, la de X., que simbolizaba todas las posibilidades del mundo. Luego no supimos aprovecharlo, probablemente por cobardía, pero no cambio el momento de euforia y entusiasmo de esa primera llamada por nada del mundo.
- El sabor... dulce y cálido del sexo
- El olor.... a hospital de la enfermedad de mi abuela
- El viaje... Interrail. Subir a Mont-Saint-Michel, pasear en Estrasburgo, tomar un helado la Grand Place Bruselas, recorrer los parques de Amsterdam en bici, mojarse bajo la lluvia en Luxemburgo, bañarse en la playa de Marsella... Me empapé de tantas cosas bonitas e intensas...
- Borraría... la incertidumbre por la salud de mi padre y las traiciones sin sentido
- Volvería a vivir... la apertura de un regalo, un trocito de mi historia
Y del resultado de todo eso, del deseo de explicarme el mundo con palabras, nació aitormena, un cuaderno de bitácora a la medida de mi naufragio.