martes, octubre 26, 2004

Tres cuentos de hadas

Gustavo Martín Garzo me enamoró con "Las historias de Marta y Fernando". Desde entonces siempre he querido leerme "El lenguaje de las fuentes" (creo que es su primera novela), pero como tantas otras cosas lo he retrasado sin darme cuenta (o dándome, que es aún peor). Hoy he leído que ha ganado el Premio Nacional de Narrativa con "Tres cuentos de hadas". Dice Martín Garzo que "El vuelo del ruiseñor", "El hada que quería ser niña" y "El príncipe amado" reivindican el mundo de la posibilidad y el milagro, de la vida como algo sorprendente y extravagante.
No hay un buen sinónimo para milagro, así que me repito: la frase es milagrosa -seguro que encierra algún tipo de malabarismo sentimental- porque ha despertado en mi el deseo de hacer algo en esta ciudad (esta ciudad que me asusta desde mi ignorancia). Quiero buscar mi librería, y quiero comprar esos dos libros, y llevarlos en mi bolso. Luego pensaré si los uso como una coraza, o como una llave.

lunes, octubre 25, 2004

Gigi y Jokin

Enric Gonzalez escribe todos los lunes unas historias geniales sobre la liga italiana. Hoy habla sobre el Torino, un club en el que casi todo nace dos veces. En 1949, a la vuelta de un amistoso en Lisboa, el avión del equipo se estrelló. No sobrevivió ninguno de sus jugadores, pero el equipo de Turín se rehizo.
El piloto se apellidaba Meroni. Años después acogió un jugador carismático con el mismo apellido. Gigi Meroni era un futbolista pasional, de los que reciben la admiración más acérrima o el desprecio más tajante. Un mal día de 1961 un aficionado del Torino que acababa de sacarse el carné lo atropelló. Meroni tenía 24 años. El chaval, de 18, cayó en una profunda depresión. Treinta y siete años después, ese chico, de nombre Attilio Romero, preside el club, en una de esas piruetas existenciales que te reconcilian con la vida.
Mientras cuento esta historia -mucho peor que Enric, por supuesto (El Pais, pagina 62)- recuerdo a Jokin Ormaetxea y Joseba Albizu. Jokin, ciclista del Paternina, murió ayer en un accidente de tráfico. Joseba, que era quien conducía, permanece en el hospital, aunque su vida no corre peligro. Es el segundo accidente grave del corredor del Euskaltel. En la otra ocasión, iba solo. Cuando se despierte y sepa lo ocurrido, se sentirá incluso peor que Attilio Romero, porque Jokin no era su ídolo, sino su amigo. Ojalá sepa levantarse.
El pesimismo es cuestión de la inteligencia; el optimismo, de la voluntad.

sábado, octubre 16, 2004

Despedir a Peter Pan


Cambiar de trabajo provoca muchas sensaciones. Pero tal vez la más curiosa sea la sensación de alejarte del país de Nunca Jamás. Te enfrenta a la compleja idea de que estás creciendo, que la traición de Wendy se ha hecho irreversible, que olvidaste despedirte de Peter Pan.
No entiendo a la gente que se horroriza ante los efectos físicos del paso del tiempo. A mi no me preocupan esas secuelas, sino el propio trascurrir.
Lo único que no te abandona es la angustia por abandonar la infancia. Esa estación mágica, tan cruel y tan pura, sólo regresa en los momentos heroicos.
Únicamente cuando sueñas, cuando te emocionas con una película, una competición deportiva o la noticia de un periódico, cuando ves el trabajo como una porción de gloria, el dinero como un medio y no como un fin y el amor como algo real, entonces, por unos instantes, te recuperas un poco a ti mismo.
Es díficil ser un adulto digno: se necesito un poco de cinismo, sensibilidad, unas cucharadas de escepticismo, un corazón enorme, mucha lucidez, un amplio sentido del humor. Comportarte como un héroe a partir de cierta edad precisa, como mínimo, una valentía profundamente ingenua: dar un portazo, rebelarte ante el poder, desmontar las mentiras que construyen tu vida.
De pequeño, un sugus en la mesilla reparaba un mal día. Ahora necesitamos bálsamos más sofisticados: un disco de Ryan Adams, una infusión de regaliz, una juerga sin pautas ni control, un película excelente, un abrazo sin medida, un buen libro. Invocarías cualquiera de ellas con tal de reconocer a tus amigos, rechazar que hayas perdido el tiempo, no maldecirte por ser transparente, mirarte al espejo y saber que sigues ahí.

lunes, octubre 11, 2004

El futuro ya no es lo que era


Podría recurrir a un aforismo de Woody Allen: Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.
Podría ser romántica como Eleanor Roosevelt: El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
O certera como Victor Hugo: El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los miedosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.
Hoy transcurre mi teórico último día. Mientras me tomo un café -en el mismo lugar donde comenzó todo– y leo el periódico, abordaré de quien me despido personalmente, con quien paso la última noche, con quien la primera, si me compro ropa para la cena (je), si hago balance, si le hago un hueco a la melancolía, si le pido el correo electrónico o el número de teléfono o nada, si escribo un decente artículo de rúbrica o uno de trámite, si empiezo o si termino.

jueves, octubre 07, 2004

Pepe Hierro

Lo único que distingue al poeta del que no lo es es su afán por perpetuar, salvar del olvido una experiencia o una emoción. La poesía es una forma de vivir recuperando lo perdido.

miércoles, octubre 06, 2004

Abstracciones: nunca máis

Bullo en ideas y cosas que contar.
Chantal Maillard ha ganado el Premio Nacional de Poesía con el libro "Matar a Platón". Es lo que pueden aportar los premios (aparte de pasta para el galardonado): descubrir una obra, que todos dicen que es deliciosa y que yo, por el fragmento que he leído, no contradiría. Esa idea de la necesidad de olvidar los conceptos abstractos y compromerse con la realidad debería adoptarla como frase de cabecera.

Ningún fotográfo acudió a desplegar el tiempo,
el tiempo que se anuda como un ojo vendado en el retrovisor.
No habrá lugar que repita el espanto
o la extrañeza: ese espacio pequeño
en el que se deportan las imágenes
a otras lejanías.
Por eso me dan ganas de corregir la escena:
el muerto -¿lo está ya?- cayó baja la rueda,
no hay pájaro y la casa se desploma,
se oye caer un niño (oblicuo y dorado)
y un perro sale huyendo
con una bota de agua entre los dientes.
Pero alguien me detiene. Me exhorta a serle fiel a lo escrito.
Sospecho que usted leyó a Platón y comparte su amor por los espejos:
el verso ha de ser copia exacta y fidedigna
de no se sabe qué realidad verdadera.
Pero no, no es usted -habrá de perdonarme el lapsus-:
el conductor me mira y me odia despacio;
supone que proyecto aumentar su desgracia.


Mañana: Receta para deshacer los nudos de estómago. Stop. Vuelvo a la luna. Stop. Pero sólo para apreciar las cosas con distancia. Cambio y corto.

lunes, octubre 04, 2004

Cernuda

Una pregunta cuya respuesta nadie sabe, eso es el deseo.
Es un error –en algún lugar dentro de mi lo sé– pero a medida que lo asimilo, me estoy sintiendo más y más triste...

viernes, octubre 01, 2004

I´m a passenger



Siento vértigo, y emoción, y miedo. No sé en que proporción. Quería que ocurriera esto. Es una oportunidad de recuperar el interés por este oficio, algo que me ha estado carcomiendo (creo que no hace falta decir "por dentro" ;). Pero me da mucha pena abandonar todo lo que tengo ahora.
¿Qué tengo? Pues supongo que, ni más ni menos, una vida adorable. La sonrisa de la kioskera, interminables clases de idiomas, los pintxos a deshoras en el otsoegi, las cañas en la plaza nueva, el parloteo alegre de mi nueva compañera de piso, mis estrafalarias costumbres deportivas, las excursiones por la costa, el colacao nocturno en la terraza, las visitas sorpresa...
Y puede que quiera a la nueva, puede que haya otras cervezas y otro kiosko y hasta otras irrupciones en otro piso que, quizá, también tenga terraza. Pero hoy soy atea. Hoy no quiero que ninguna lucubración futura empañe esta necesaria (y deliciosa) nostalgia.